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Béisbol cuántico – Baseball ProspectusBaseball Prospectus

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Image credit: Joe Rondone/The Republic / USA Today Network

Traducido por José M. Hernández Lagunes

ROSENCRANTZ: Ochenta y cinco seguidos, ¡batido el récord!

GUILDENSTERN: No seas absurdo.

ROSENCRANTZ: ¡Fácilmente!

GUILDENSTERN: (enfadado): ¿Entonces eso es todo? ¿Eso es todo?

ROSENCRANTZ: ¿Qué?

GUILDENSTERN: ¿Un nuevo récord? ¿Hasta ahí estás dispuesto a llegar?

-Tom Stoppard, Rosencrantz y Guildenstern han muerto

Hace mucho tiempo, tanto que Jorge Alfaro aún no figuraba en ningún Top 101 del Baseball Prospectus, me encontré escuchando un podcast de RadioLab sobre el universo infinito. No era un episodio completo, sólo una entrevista entre Robert Krulwich y Brian Greene, profesor de Matemáticas y Física en Columbia University, y uno de los principales expertos en la Teoría de Cuerdas. Nunca he entendido muy bien los entresijos de la Teoría de Cuerdas, la mecánica cuántica o la física de partículas, pero lo que más me llamó la atención de su charla de alto nivel fue que en un universo infinito con una combinación potencial finita de partículas, átomos o lo que sea, todas las disposiciones posibles de esas partículas tienen que existir en algún lugar de la vasta extensión del cosmos. He pensado en esa idea varias veces a lo largo de los años, pero me vino a la mente más recientemente en el palco de prensa del Chase Field cuando vi que Jorge Alfaro era casi exactamente un 10% peor que la media de la Liga como bateador.

Así que Brian Greene intervendría aquí y añadiría que en realidad hay infinitos mundos dentro de nuestro propio universo donde Jorge Alfaro tiene un wRC+, rbat+, o lo que sea, de 90 en la caja de bateo. Así como hay infinitos mundos donde es el mejor receptor del béisbol, un prospecto fracasado o un escultor de medios mixtos. Pero aún así, esta teoría más amplia es la única explicación satisfactoria de cómo cualquier mundo podría contener exactamente a este Jorge Alfaro. Es el volado consecutivo de mil monedas, todas saliendo cara, que Krulwich describe en el podcast.

En mi introducción a nuestras listas de prospectos de la temporada baja, esbocé las tres cosas que hacen a un buen prospecto de bateador—y eventualmente a un buen bateador de Grandes Ligas. Pero aquí están de nuevo.

  1. Abanica a los lanzamientos que puedas
  2. Golpea esos lanzamientos con fuerza, y preferiblemente al aire.
  3. No abaniques a los lanzamientos que no puedas batear o que no puedas conducir.

Alfaro estaba en el primer percentil de todos los jugadores de las Grandes Ligas tanto en tasa de persecución como en tasa de abanicadas y fallos. No hace mucho contacto con los lanzamientos dentro de la zona. No hace mucho contacto con los lanzamientos fuera de la zona. Abanica demasiado con estos últimos. Los jugadores con este tipo de decisiones de swing y problemas de abanicar y fallar no suelen conseguir 100 apariciones en las Mayores, y mucho menos más de 1,000 como Alfaro. Le pega a la pelota con bastante fuerza—fue la base de su apodo en las ligas menores “La Leyenda”—pero con demasiada frecuencia al suelo. Su potencia bruta de élite, sus tiempos de explosión y sus velocidades de sprint al menos superiores a las de élite se han confirmado en su página de Baseball Savant con mucha tinta roja, pero esos son valores añadidos marginales si en realidad no puedes batear. Ahora bien, existe cierto debate entre los analistas sobre cómo equilibrar el valor de las decisiones de swing y la tasa de contacto con la tasa de daño en el contacto. Pero sabemos cómo se ha comportado Alfaro. Es un 10% peor que un bateador promedio de la Liga.

Eso me sigue pareciendo insondablemente bueno teniendo en cuenta lo mucho que batea y, lo que es más importante, la frecuencia con la que falla. Pero entonces conecta un cambio de Luis Cessa fuera de la zona a 108 millas por hora (174 kph) para un doble, y uno mira a las estrellas, suponiendo que abrirán el techo del Chase Field. Miras más allá del lejano puesto de avanzada donde Alfaro tiene una exhibición en la Bienal Whitney de este año, y hacia el mundo distante donde era simplemente el 10mo percentil en persecución y abanicada, donde sus mejoras en la receptoría con los Phillies pudieran permanecer. Sueñas un poco. Pero como Greene señala al principio de su charla, incluso tus sueños son replicados una y otra vez por infinitas versiones de ti en todo el universo. “Todo lo que eres es un saco de partículas actuando según las leyes de la física”. Aun así, esta versión de Alfaro parece doblegarlas hasta su límite absoluto.

***

Canadá 18, Gran Bretaña 8 (7)

“Desde el punto de vista de una mosca, los seres humanos son rígidos, aburridos, casi completamente inmóviles, y apenas ofrecen indicios de que alguna vez hagan algo. Desde el punto de vista de una estrella, un ser humano es un diminuto destello, una de los miles de millones de breves vidas que parpadean tenuemente en la superficie de una esfera de silicato y hierro extrañamente fría, anómalamente sólida y exóticamente remota”.

-Carl Sagan, Cosmos

Nadie sabe exactamente qué ocurre en el interior de un agujero negro. Sabemos que, para el observador, el tiempo parece detenerse cerca del horizonte de sucesos. En cuanto a lo que le ocurre a la materia observada—objetos, seres humanos o lo que sea—es algo que se llama espaguetización. Si eso es demasiado científico para ti, también se conoce como “el efecto fideo”. Es exactamente lo que parece, y probablemente muy desagradable.

Ese resultado podría haber sido preferible para la mayoría del palco de prensa atrapado observando nuestro propio horizonte de sucesos en el borde del agujero negro del béisbol que fue el Gran Bretaña-Canadá.

Siempre miro con sospecha a los reporteros de béisbol que parecen no disfrutar viendo partidos de béisbol. Soy comprensivo hasta cierto punto, como viejo escritor de prospectos que ha pasado muchas largas tardes viendo partidos de la Liga New York-Penn. Esa liga ya no existe, lamentada por unos pocos elegidos. El corredor de extra-inning y el reloj de lanzamiento han estado en otros lugares en las ligas menores desde hace un tiempo, reduciendo aún más la rareza verdaderamente interminable que se puede encontrar. El Clásico Mundial de Béisbol 2023 no tiene reloj de lanzamientos. Tampoco tiene límites en los lanzamientos a primera. Estas son cosas que se pueden sentir agudamente a través de la dilatación del tiempo. En el Colombia-México se podría argumentar que eso creó un aumento de la tensión dramática. ¿Para este partido con poca asistencia, a primera hora de la tarde? Sólo silencios extra largos e inquietantes entre excesivas bolas rápidas lanzadas hacia abajo y afuera o roletazos mal fildeados.

No hay nada especialmente interesante en un partido de béisbol aburrido y mal jugado. Ya lo he visto todo. Pero en un momento dado, entre el cortejo de paseos y errores, cambios de lanzamientos y malas jugadas de base, empiezas a sonreír, conquistado por lo absurdo. Puede que estés viendo algo especial. Un mal partido de béisbol de tres horas y treinta y ocho minutos no es digno de mención, pero cuando sólo has visto tres entradas en dos horas, podrías estar presenciando algo histórico.

A menudo se dice que el béisbol es el único deporte sin reloj. Bill James rebatió en su New Historical Abstract que eso no siempre fue cierto, durante años los partidos de béisbol fueron carreras contra el sol. Esto formaba parte de una sección dedicada a ideas para mejorar el ritmo de juego, una preocupación incluso hace 25 años. Pero, técnicamente hablando, un partido de béisbol podría no acabar nunca, y todos nosotros nos quedamos mirando cómo las entradas pasan cada vez más despacio a medida que el partido se acerca al horizonte de sucesos. En algún mundo, quizá Frank Viola y Ron Darling sigan intercambiando ceros. En otro, el estadio McCoy se oxida lentamente y se cae a pedazos alrededor de los Red Wings y los PawSox. Pero en éste, acabamos de ver un partido de béisbol de tres horas y treinta y ocho minutos, cuyo final no fue llorado por nadie.

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